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Los pólipos son pequeñas excrecencias que se observan en las paredes del colon. Aunque la mayoría de ellos son inofensivos, algunos pueden entrañar riesgos de cáncer de colon. El adenoma es un tipo de pólipo. Este tipo de pólipo es susceptible de convertirse en cáncer. Es necesario conocer bien el adenoma tubular para mantenerse alejado de los riesgos asociados.

Los pólipos del colon se forman cuando las células de la región se multiplican en mayor proporción. En general, es normal que las células se multipliquen y crezcan. Pero, cuando el crecimiento es excesivo, es más probable que se desarrollen pólipos en el colon. Los estudios médicos aún no han demostrado qué desencadena la formación de estos pólipos en el intestino grueso. Sin embargo, algunos estudios revelan una posible relación entre la edad de 50 años o más, la obesidad, los hábitos de vida (como el tabaquismo, el sedentarismo, etc.), la diabetes (especialmente la de tipo 2) no tratada, la incidencia previa de cáncer de colon, etc. En algunos casos, los episodios anteriores de colitis (de tipo ulceroso) u otras enfermedades intestinales (como los trastornos inflamatorios intestinales) se asocian a la formación de pólipos.

Los pólipos se dividen en dos categorías: adenomas y pólipos hiperplásicos. De ellos, el adenoma tiene el potencial de volverse nocivo (aunque no todos los adenomas presentan estos riesgos). Se ha observado que la mayoría de los cánceres (a partir del 90%) de colon empiezan como adenomas. También se ha deducido que los adenomas de mayor tamaño tienen más probabilidades de convertirse en cánceres. Sin embargo, sólo el 9% de los adenomas se consideran malignos y plantean riesgos de cáncer. En cambio, los pólipos hiperplásicos no presentan riesgos de convertirse en cancerosos.

Adenoma tubular de colon

Según la forma en que crece el adenoma, los estudios médicos los han etiquetado de forma distinta. En función de los patrones en los que se multiplica el adenoma, se etiqueta como adenoma dentado, sésil, velloso y tubular. De ellos, el patrón tubular del adenoma es más frecuente. Aunque la mayoría de ellos se consideran inofensivos, no eliminarlos puede provocar cánceres. Un adenoma no extirpado que se ha vuelto canceroso se denomina adenocarcinoma.

Algunos pólipos pueden presentar patrones de multiplicación tanto vellosos como tubulares. Los médicos denominan a estos pólipos adenomas o pólipos túbulo-vellosos. De estos dos tipos comunes, los adenomas vellosos son más grandes que los adenomas tubulares. Como los adenomas de mayor tamaño tienen más probabilidades de volverse cancerosos, los vellosos conllevan más malignidad que sus homólogos tubulares. Si el adenoma mide menos de medio centímetro, se considera pequeño; la mayoría de los adenomas tubulares son de ese tamaño.

Los signos típicos del adenoma tubular son hemorragia rectal, dolor en el bajo vientre, cambios en las deposiciones, etc. En algunos casos, se ha observado un episodio agudo de anemia (disminución significativa de la cantidad de glóbulos rojos).

¿Cómo diagnosticar un adenoma tubular?

Se realiza con ayuda de un procedimiento denominado colonoscopia. Se trata de un procedimiento ambulatorio que se realiza con un endoscopio, que es un cable flexible con una cámara en su extremo. Este cordón se introduce en el recto y se desplaza hasta el colon. Esta acción proporciona una visión más clara del interior de su colon.

La colonoscopia permite diagnosticar una amplia gama de afecciones médicas. Las afecciones que suelen detectarse están relacionadas con causas de (1) dolor en el bajo vientre, (2) pérdida inexplicable de peso corporal, (3) sangre en las heces, (4) cambios experimentados en las deposiciones, etc.

Una evolución moderna de la colonoscopia convencional es la colonoscopia virtual. Es un procedimiento guiado por TAC que se realiza en el abdomen. Se trabaja con una imagen bidimensional del colon y se convierte en una imagen tridimensional mediante tecnologías de imagen avanzadas. La colonoscopia virtual se emplea para detectar el tamaño y la posición de los adenomas. El enfoque virtual puede plantear algunas dificultades a la hora de detectar los de tamaño extremadamente pequeño (es decir, los de media pulgada o incluso menos). Su método virtual lo convierte en un procedimiento no invasivo. Pero, si se detectan pólipos con posible malignidad, su médico puede aconsejarle que se someta a una colonoscopia convencional.

Riesgos de cáncer

La eliminación completa de los adenomas tubulares se realiza cortando la raíz de estas excrecencias. A continuación, la parte restante del adenoma se somete a pruebas tisulares para detectar riesgos de cáncer, si los hubiera. Su médico tratante comprobará si la raíz del pólipo tiene un crecimiento canceroso. Si la raíz tiene un crecimiento canceroso, presenta riesgos probables de cáncer. Para detectar todos los pólipos (incluidos los de tamaño pequeño y mediano), se realiza un examen exhaustivo del colon mediante colonoscopia.

El cáncer se clasifica como de primer o segundo estadio si se detecta dentro del colon. Estas dos etapas sólo indican que la afección sigue siendo localizada y no se ha extendido más allá de la zona del colon. En términos más críticos, el estadio uno del cáncer de colon se observa en la zona tópica de los tejidos del colon. Mientras que en la siguiente etapa (etapa 2), se sabe que causa daños en el revestimiento del colon. Estas dos etapas ofrecen más posibilidades de una recuperación completa; esto se debe a que es posible eliminar las partes infectadas del colon mediante la extirpación quirúrgica de dichas zonas.

Los cánceres de colon en estadio avanzado se denominan estadio tres y estadio cuatro. Estos niveles indican que el crecimiento canceroso -originado a partir de los adenomas- ha progresado a otras zonas adyacentes al colon. Cuando el crecimiento canceroso ha destruido los ganglios linfáticos fuera de las paredes del colon, esta afección médica se denomina estadio tres. Por otro lado, si el crecimiento ha progresado hasta alcanzar otros órganos esenciales como el hígado, los pulmones, etc. – entonces se denomina estadio cuatro del cáncer.

¿Cómo tratar los adenomas tubulares?

Su médico le aconsejará extirpar los adenomas tubulares, ya que tienen el potencial de convertirse en cancerosos. Tenga en cuenta que la colonoscopia puede utilizarse tanto para el diagnóstico como para el tratamiento de pólipos. Su médico tratante puede utilizar un asa de alambre (que se retrae) para extirpar el adenoma tubular. Este bucle de alambre se coloca en el endoscopio para facilitar su extracción. En el caso de los adenomas tubulares de menor tamaño, el médico tratante puede aplicar calor para extirparlos. La aplicación de calor local se realiza mediante un dispositivo especial poco después de identificar la ubicación de los pólipos.

Sin embargo, su médico puede recomendarle una intervención quirúrgica si el adenoma tubular es de mayor tamaño. Cabe recordar que no es frecuente observar adenomas tubulares de gran tamaño. Pero, de una forma u otra, los adenomas tubulares deben ser eliminados de su organismo. Si una prueba posterior al procedimiento indica la presencia continuada de pólipos, es el momento de explorar otras formas de eliminarlos. Incluso después de la extirpación completa de los pólipos (adenomas tubulares), es posible que deba realizar un seguimiento con pruebas periódicas.

Como medida preventiva, su médico tratante puede aconsejarle que se someta a una sesión más de colonoscopia si otro adenoma (independientemente de su tamaño, es decir, de menos de medio centímetro o más) ha tomado forma en su colon.

Precauciones a tener en cuenta

Se aconseja extirpar antes los adenomas tubulares, es decir, sin más demora al diagnosticar la presencia de pólipos en el colon. El residuo de adenomas puede dar lugar a una posterior multiplicación de células en la región. Por lo tanto, es posible que deba persistir en su plan de tratamiento (diagnóstico y extirpación) para la eliminación eficaz de todos los pólipos. Su médico puede aconsejarle una intervención quirúrgica (denominada colectomía segmentada); esta intervención se realiza accediendo al colon a través del abdomen.

No existen métodos establecidos o documentados para prevenir los adenomas tubulares. Sin embargo, existe la creencia generalizada de que la exposición a toxinas o radiaciones excesivas puede desencadenar la formación de estos pólipos. Por lo tanto, se aconseja tener cuidado con este entorno de trabajo o evitar la sobreexposición accidental a la radiación. Sin embargo, algunos estudios indican que la ingesta de alimentos ricos en fibra puede reducir el riesgo de cáncer de colon.

Los dietistas señalan que la ingesta de vitamina E, así como de alimentos ricos en vitamina C (o suplementos vitamínicos), puede ayudar a reducir los riesgos de cáncer de colon; esto se ha observado especialmente entre quienes tienen antecedentes familiares de cánceres colorrectales. La vitamina E abunda en los cacahuetes, las almendras, el aceite de oliva y el aceite de canola. Esta vitamina esencial también está disponible como suplemento en forma de gotas o comprimidos. La vitamina C se encuentra en abundantes cantidades en el brécol, las bayas, los cítricos, las patatas, los pimientos, las espinacas, los tomates, etc. Su suplemento está disponible tanto en forma masticable como en cápsulas. La deficiencia de vitamina C se observa entre quienes padecen problemas gastrointestinales, así como cánceres de colon o recto. Los estudios clínicos indican que el consumo de vitamina C mejora la eficacia de absorción de su sistema intestinal; especialmente, se potencia la capacidad de su organismo para asimilar nutrientes esenciales. Los dietistas recomiendan la ingesta de alimentos ricos en estas dos vitaminas en lugar de consumir suplementos u otros sustitutos. Sin embargo, a falta de acceso a estos alimentos, se aconseja consumir los suplementos necesarios para disponer de estas vitaminas esenciales.

Le aconsejamos que tenga en cuenta que una detección precoz y una eliminación satisfactoria del adenoma tubular pueden poner fin a nuevos riesgos. Sin embargo, retrasar la extirpación de los pólipos o dejarlos sin tratar puede tener efectos fatales; en algunos casos, incluso se ha convertido en una afección potencialmente mortal.

En resumen, se sabe que la mayoría de los cánceres (hasta el 90%) de colon se originan a partir de adenomas. Entre los síntomas comunes asociados a una incidencia de adenoma tubular se incluyen dolor en la parte inferior del abdomen, cambios en el movimiento intestinal, sangrado del recto, etc. En unos pocos casos, los pacientes informan de un descenso significativo de los glóbulos rojos (una afección médica denominada anemia). Si ya ha tenido adenomas, las probabilidades de que se forme otro pólipo son bastante altas. Esto también puede significar que los riesgos de cáncer de colon o recto no pueden descartarse por completo. Por lo tanto, es necesario que hable con su médico y opte por una revisión periódica del colon.

Siempre se recomienda eliminar los adenomas tubulares tan pronto como se detecten. Se aconseja así porque un retraso en la extirpación de los pólipos sólo puede empeorar su estado de salud. Incluso después de la extirpación, los restos de adenomas pueden desencadenar una probable progresión de células cancerosas en las zonas del colon y el recto. Por lo tanto, es posible que tenga que comprometerse con su plan de tratamiento (tanto el diagnóstico como la extirpación) para la eliminación eficaz de los pólipos cancerosos. Su médico tratante puede recomendarle una colectomía segmentada (un procedimiento quirúrgico) mediante el cual se crea un acceso abdominal para llegar al colon.

Se sabe que los alimentos ricos en vitamina C y vitamina E reducen los riesgos de cáncer de colon. La vitamina C se encuentra en abundancia en alimentos como el brécol, las bayas, los cítricos, las espinacas, los tomates, etc. La vitamina E está presente en el aceite de oliva, los cacahuetes, las almendras, etc. En general, se sabe que la insuficiencia de vitamina C provoca problemas gastrointestinales y también puede desencadenar cánceres de colon. Los expertos en alimentación y dietética aconsejan el consumo de alimentos ricos en vitamina C y vitamina E frente a la ingesta de sus sustitutos o suplementos. Sin embargo, si el acceso a estos alimentos es estacional, se recomienda consumir los suplementos necesarios para garantizar el bienestar del colon.